Conozco la perfección, pero de muy raro modo;
buscando no decir nada, poder expresarlo todo.
Arbolito, ay arbolito, con el rocío no llores,
está presa tu raíz, pero tus ramas dan flores.
Libertad, yo te libero, haces que mi canto vibre,
porque no puedo ser libre, ni tampoco prisionero.
¡Ay de mi…!
Vivía cerca de un río, pero estoy muerto de sed,
el río enseña a marcharse, pero no enseña a beber.
Vi mi juventud lejana, tan cerca la muerte vi,
que de pronto tuve ganas de vestir luto por mi.
Libertad, yo te libero, haces que mi canto vibre,
porque no puedo ser libre, ni tampoco prisionero.
¡Ay de mi…!
Yo, reniego y desconfío del agua dulce del mar,
y de cada verso mío que me nació sin llorar.
Escuchas risas y aplausos, provocas una emoción,
tu canción está hecha trizas, pero aún es tu canción.
Libertad, yo te libero, haces que mi canto vibre,
porque no puedo ser libre, ni tampoco prisionero.
¡Ay de mi…!
Esto lo practica Dios y algunas veces el mal,
lo bueno de tener voz, no es hablar, si no callar.
Qué canción mala no es buena, cuando cumple su destino,
perfeccionar una pena o señalar un camino.
Libertad, yo te libero, haces que mi canto vibre,
porque no puedo ser libre, ni tampoco prisionero.
¡Ay de mi…!
Quién recuerda como yo, las fosas que abrió la guerra,
que están cubiertas de tierra y que la guerra existió.
Los dueños de la soberbia, tenían siempre razón,
el no equivocarse nunca, era su equivocación.
Libertad, yo te libero, haces que mi canto vibre,
porque no puedo ser libre, ni tampoco prisionero.
¡Ay de mi…!
Jorge Marziali
Ariel Torres, Fernando Asúa, Marcelo Paez Lucero, Daniel Oviedo (Alta Gracia, Córdoba, Argentina)
domingo, 21 de marzo de 2010
Comentario
"Cuando advierta que para producir
necesita obtener la autorización
de quienes no producen nada;
cuando compruebe que el dinero
fluye hacia quienes trafican, no bienes,
sino favores; cuando perciba que muchos
se hacen ricos por el soborno
y por influencias, más que por el trabajo,
y que las leyes no lo protegen contra ellos,
sino, por el contrario,
son ellos los que están protegidos contra usted;
cuando repare que la corrupción
es recompensada y la honradez
se convierte en un autosacrificio,
entonces podrá afirmar,
sin temor a equivocarse,
que su sociedad esta condenada..."
AYN RAND
(San Petesburgo, Rusia, 02/02/1905-Nueva York, EE.UU. 06/04/1982, Filósofa y escritora estadounidense de origen ruso)
necesita obtener la autorización
de quienes no producen nada;
cuando compruebe que el dinero
fluye hacia quienes trafican, no bienes,
sino favores; cuando perciba que muchos
se hacen ricos por el soborno
y por influencias, más que por el trabajo,
y que las leyes no lo protegen contra ellos,
sino, por el contrario,
son ellos los que están protegidos contra usted;
cuando repare que la corrupción
es recompensada y la honradez
se convierte en un autosacrificio,
entonces podrá afirmar,
sin temor a equivocarse,
que su sociedad esta condenada..."
AYN RAND
(San Petesburgo, Rusia, 02/02/1905-Nueva York, EE.UU. 06/04/1982, Filósofa y escritora estadounidense de origen ruso)
Villa Oviedo Salamanca
Camino del Puente Verde, voy llegando al barrio macho;
yo rasgueando mi guitarra, las ánimas van silbando,
murmullos de sentimientos, corazón verdes y blancos.
Si habrá caminado el diablo por las calles de mi barrio,
la muerte estuvo alquilando cerquita del dispensario;
en noches de primavera su guadaña fue afilando.
Entre Liniers y Cervantes, con un fierro traicionero,
cortan la vida de un pibe, que hoy nos mira desde el cielo;
esquina de vida y muerte que siempre estarás de duelo.
Un gallo afina el garguero con un tinto e’ damajuana,
un duende sentado al bombo, cajoneando con el alma;
meta cantar chacareras hasta que las velas no ardan.
Los perros salen al cruce, algunos te miran fiero,
buscando un sol en la noche, ladrando bajo el lucero;
con una guitarra y Flores, Milonga del Matadero.
La sirena desde El Cerro no quiere anunciar el alba,
ay, solcito demorate, que está tan linda la farra;
que cuando asomes tu cresta se apaga la salamanca.
Barrio que viste mi infancia, apedreando los recuerdos,
santuario de mi guitarra, socavón serenatero,
Villa Oviedo salamanca…mi chacarera es un ruego.
Letra y Música: Ariel Torres
yo rasgueando mi guitarra, las ánimas van silbando,
murmullos de sentimientos, corazón verdes y blancos.
Si habrá caminado el diablo por las calles de mi barrio,
la muerte estuvo alquilando cerquita del dispensario;
en noches de primavera su guadaña fue afilando.
Entre Liniers y Cervantes, con un fierro traicionero,
cortan la vida de un pibe, que hoy nos mira desde el cielo;
esquina de vida y muerte que siempre estarás de duelo.
Un gallo afina el garguero con un tinto e’ damajuana,
un duende sentado al bombo, cajoneando con el alma;
meta cantar chacareras hasta que las velas no ardan.
Los perros salen al cruce, algunos te miran fiero,
buscando un sol en la noche, ladrando bajo el lucero;
con una guitarra y Flores, Milonga del Matadero.
La sirena desde El Cerro no quiere anunciar el alba,
ay, solcito demorate, que está tan linda la farra;
que cuando asomes tu cresta se apaga la salamanca.
Barrio que viste mi infancia, apedreando los recuerdos,
santuario de mi guitarra, socavón serenatero,
Villa Oviedo salamanca…mi chacarera es un ruego.
Letra y Música: Ariel Torres
Por Banfield y Villa Oviedo
Tantos recuerdos me inflaman de nostalgia el corazón,
y va mi imaginación por esa época tan bella,
Tigre, Unión, River, Alianza; Colón, Palermo y Ferreyra.
Eran largos los caminos para llegar a campeón,
y Banfield y el jugador, siempre buscando esa meta,
por el amor que ponían al vestir su camiseta.
Y con sábados de fiesta y con domingos de gloria,
se me viene a la memoria el año de esos dos grandes,
aquellos dos tucumanos; Sergio y Guillermo Fernández.
Que se descosan los cueros y se perfore la red,
que flameen los colores con idéntica pasión,
herencia de un sentimiento, es verte Banfield campeón.
Buscando el arco del frente, Culín y un botín guerrero,
los contrarios que pasaba se iban sacando el sombrero,
tirando el centro gritaba : Hey tomá, Jetón, hacelo.
Pareciendo una ganzúa, abriendo cualquier defensa,
y detrás del alambrado, la barra descontrolada,
esperando irse a la casa comentando la goleada.
La Leonera quiere fiesta, preparemos las banderas,
y pintemos los paraguas que va a empezar el partido,
que cada vez somos más, ya le ganaste al olvido.
Voy copiando una gambeta que le he visto al Chueco Argüello,
amago entre los centrales y quedo frente al arquero,
peguémosle fuerte, hermano, por Banfield y Villa Oviedo.
Versos de: Alfredo Vélez
Música: Ariel Torres
y va mi imaginación por esa época tan bella,
Tigre, Unión, River, Alianza; Colón, Palermo y Ferreyra.
Eran largos los caminos para llegar a campeón,
y Banfield y el jugador, siempre buscando esa meta,
por el amor que ponían al vestir su camiseta.
Y con sábados de fiesta y con domingos de gloria,
se me viene a la memoria el año de esos dos grandes,
aquellos dos tucumanos; Sergio y Guillermo Fernández.
Que se descosan los cueros y se perfore la red,
que flameen los colores con idéntica pasión,
herencia de un sentimiento, es verte Banfield campeón.
Buscando el arco del frente, Culín y un botín guerrero,
los contrarios que pasaba se iban sacando el sombrero,
tirando el centro gritaba : Hey tomá, Jetón, hacelo.
Pareciendo una ganzúa, abriendo cualquier defensa,
y detrás del alambrado, la barra descontrolada,
esperando irse a la casa comentando la goleada.
La Leonera quiere fiesta, preparemos las banderas,
y pintemos los paraguas que va a empezar el partido,
que cada vez somos más, ya le ganaste al olvido.
Voy copiando una gambeta que le he visto al Chueco Argüello,
amago entre los centrales y quedo frente al arquero,
peguémosle fuerte, hermano, por Banfield y Villa Oviedo.
Versos de: Alfredo Vélez
Música: Ariel Torres
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