La Folklórica 220
Ariel Torres, Fernando Asúa, Marcelo Paez Lucero, Daniel Oviedo (Alta Gracia, Córdoba, Argentina)
domingo, 20 de junio de 2010
Nacido en Villa Oviedo
Cuando voy por la San Juan,
la loma sé remontar,
de la capilla al pasar
me espera un buen amigo.
Mi infancia vuelve a llegar
para invitarme a jugar,
y un poco de sol tomar
en el viejo parquecito.
Mis años se fueron yendo,
con la vertiente del Cerro
colgado del tren piedrero;
con la hondera y mi trampero.
Criado a mate y pan casero,
soy nacido en Villa Oviedo.
Del arroyo al basural,
del basurero a la cal,
yo solía caminar
sin darme cuenta del tiempo.
Buscando la luz solar,
la noche supe pasar
vinaqueando hasta alcanzar
la felicidad y el sueño.
Bailarín y mujeriego,
borracho y caravanero,
por razón y sentimiento
de Banfield la sangre llevo.
Letra y Música: Fernando Asúa
la loma sé remontar,
de la capilla al pasar
me espera un buen amigo.
Mi infancia vuelve a llegar
para invitarme a jugar,
y un poco de sol tomar
en el viejo parquecito.
Mis años se fueron yendo,
con la vertiente del Cerro
colgado del tren piedrero;
con la hondera y mi trampero.
Criado a mate y pan casero,
soy nacido en Villa Oviedo.
Del arroyo al basural,
del basurero a la cal,
yo solía caminar
sin darme cuenta del tiempo.
Buscando la luz solar,
la noche supe pasar
vinaqueando hasta alcanzar
la felicidad y el sueño.
Bailarín y mujeriego,
borracho y caravanero,
por razón y sentimiento
de Banfield la sangre llevo.
Letra y Música: Fernando Asúa
sábado, 19 de junio de 2010
Paisajes
La espada falló, cegando a la verdad,
pesa en la balanza siempre más el capital;
y es para los bueyes el rigor y la jaula.
De chapa y cartón el barrio que no ves,
donde humea en silencio el olvido del poder;
madres con tristeza de ollas sobreviviendo.
Un abuelo va tempranito a cobrar,
migajas de un sueño de vivir con dignidad;
una vida a fierro y aportándole a nada.
Paisajes sin luz, libertad sin sol,
juventud que marcha rumbo a la marginación,
destino de un pueblo que hoy se compra y se vende.
Olvidado sur, bosque y mineral,
vacío latente del petróleo que se va;
con sudor o sangre mi futuro destierra.
Ebrios de poder bailan sin parar,
y escupen miseria en su lujuria sin final;
sólo habrá esperanza cuando caigan sus puertas.
Fuego y represión, humo en la ciudad,
se termina a palos el reclamo popular;
y un malón de perros, cultura del amanse.
La muralla azul, torpe y sin valor,
caerá ante el viento que camina bajo el sol;
paisaje de un pueblo con valor hacia el frente.
Letra y Música: Daniel Oviedo (17/11/1999)
pesa en la balanza siempre más el capital;
y es para los bueyes el rigor y la jaula.
De chapa y cartón el barrio que no ves,
donde humea en silencio el olvido del poder;
madres con tristeza de ollas sobreviviendo.
Un abuelo va tempranito a cobrar,
migajas de un sueño de vivir con dignidad;
una vida a fierro y aportándole a nada.
Paisajes sin luz, libertad sin sol,
juventud que marcha rumbo a la marginación,
destino de un pueblo que hoy se compra y se vende.
Olvidado sur, bosque y mineral,
vacío latente del petróleo que se va;
con sudor o sangre mi futuro destierra.
Ebrios de poder bailan sin parar,
y escupen miseria en su lujuria sin final;
sólo habrá esperanza cuando caigan sus puertas.
Fuego y represión, humo en la ciudad,
se termina a palos el reclamo popular;
y un malón de perros, cultura del amanse.
La muralla azul, torpe y sin valor,
caerá ante el viento que camina bajo el sol;
paisaje de un pueblo con valor hacia el frente.
Letra y Música: Daniel Oviedo (17/11/1999)
La guadaña
Tal vez como sobra el trigo es que nos sobra inocencia,
como nos sobró el olvido, hoy nos sobra decadencia;
y nos sobra el conformismo, aunque perdamos la tierra.
El corazón de este pueblo, el que agoniza esperando,
se ofrece como alimento siempre a los mismos caranchos,
los traidores carroñeros que nos vaciaron las manos.
Se aliaron a la avaricia los compañeros del hambre,
con dibujadas sonrisas, por las campañas del fraude;
de marionetas sumisas a las garras imperiales.
Historia y sangre vertida en el olvido descansan,
como el que ofreció su vida por nobles sueños de Patria;
se ahoga en la fe vencida, como oferta en la subasta.
De modas, poder y fama, televisión, nuevo siglo;
del “rating” hasta la infamia y la boludez al cinismo;
millones en propaganda y millones en el abismo.
Justicia, brava serpiente, veneno en los pies descalzos,
salud enferma de muerte y educación reprobando;
hoy cualquiera es disidente si no le mojan la mano.
Se llena mi pueblo chico de carteles y volantes,
asado y vino gratuito: “Tomá un bolsón y votame”;
renace el federalismo en los circos electorales.
Dios quiera que al fin reviente la dignidad en tu pecho,
por los changuitos que vienen con semilla y fruto nuevo:
¡Y arranquemos para siempre la cizaña de este suelo…!
Letra y Música: Daniel Oviedo (15/05/2001)
como nos sobró el olvido, hoy nos sobra decadencia;
y nos sobra el conformismo, aunque perdamos la tierra.
El corazón de este pueblo, el que agoniza esperando,
se ofrece como alimento siempre a los mismos caranchos,
los traidores carroñeros que nos vaciaron las manos.
Se aliaron a la avaricia los compañeros del hambre,
con dibujadas sonrisas, por las campañas del fraude;
de marionetas sumisas a las garras imperiales.
Historia y sangre vertida en el olvido descansan,
como el que ofreció su vida por nobles sueños de Patria;
se ahoga en la fe vencida, como oferta en la subasta.
De modas, poder y fama, televisión, nuevo siglo;
del “rating” hasta la infamia y la boludez al cinismo;
millones en propaganda y millones en el abismo.
Justicia, brava serpiente, veneno en los pies descalzos,
salud enferma de muerte y educación reprobando;
hoy cualquiera es disidente si no le mojan la mano.
Se llena mi pueblo chico de carteles y volantes,
asado y vino gratuito: “Tomá un bolsón y votame”;
renace el federalismo en los circos electorales.
Dios quiera que al fin reviente la dignidad en tu pecho,
por los changuitos que vienen con semilla y fruto nuevo:
¡Y arranquemos para siempre la cizaña de este suelo…!
Letra y Música: Daniel Oviedo (15/05/2001)
Consejos de un complaciente
Tu canto no es rentable, me dijo un complaciente,
no sonará por radio, la realidad no entretiene,
no conviene al negocio que la gente piense.
Cantá lo que dé un resto, aunque jamás lo sientas,
no vengas con cultura ni cosas que comprometan,
pues, para el “dios mercado” valdrás lo que vendas.
Que tu canción aturda semana tras semana,
gimiendo hasta el hartazgo las veinticinco horas diarias,
nada de contenido…nada de enseñanza.
Y así congeniaremos, me dijo el complaciente,
acá lo que interesa (…es que la gente no piense…)
lo que para nosotros es justo y conveniente.
Cantá para que nunca se pregunte la audiencia:
porqué hay tanta injusticia, desigualdad y pobreza,
ni genere en su juicio oscuras ideas.
Con voz suave y melosa, como en eterno celo,
desnuda en cada estrofa un gran jarabe de versos,
y te amará un estadio alienado a pleno.
Lo mediocre a raudales, mediocres amontona,
así como entorno a la mierda se alborotan;
por inercia o instinto millones de moscas…
En fin, de esto se trata, concluyó el complaciente,
no te arriesgás a nada y conformás a la gente,
que cante, salte o baile, pero que jemás piense…
Letra y Música: Daniel Oviedo
no sonará por radio, la realidad no entretiene,
no conviene al negocio que la gente piense.
Cantá lo que dé un resto, aunque jamás lo sientas,
no vengas con cultura ni cosas que comprometan,
pues, para el “dios mercado” valdrás lo que vendas.
Que tu canción aturda semana tras semana,
gimiendo hasta el hartazgo las veinticinco horas diarias,
nada de contenido…nada de enseñanza.
Y así congeniaremos, me dijo el complaciente,
acá lo que interesa (…es que la gente no piense…)
lo que para nosotros es justo y conveniente.
Cantá para que nunca se pregunte la audiencia:
porqué hay tanta injusticia, desigualdad y pobreza,
ni genere en su juicio oscuras ideas.
Con voz suave y melosa, como en eterno celo,
desnuda en cada estrofa un gran jarabe de versos,
y te amará un estadio alienado a pleno.
Lo mediocre a raudales, mediocres amontona,
así como entorno a la mierda se alborotan;
por inercia o instinto millones de moscas…
En fin, de esto se trata, concluyó el complaciente,
no te arriesgás a nada y conformás a la gente,
que cante, salte o baile, pero que jemás piense…
Letra y Música: Daniel Oviedo
Nostalgia legüera
Mi valor perdió la senda,
va mi copla en soledad;
sin un bombo que le marque
el latido a su andar.
Eran alas de mi alma,
el tun-tun de su vibrar;
y hoy bajo un extraño cielo
soy urpila sin volar.
Y de chango me recuerdo
dos palos para golpear,
en el patio de mi mama
chacareras nada más.
Chacarera, chacarera,
sos de mi llanto la sal,
por el ausente legüero
no hay razón para cantar.
Desde mi patio al monte
se oía el retumbar,
de mis churas chacareras
por mi pago y por su paz.
Hoy la vida y el camino
me alejaron sin piedad,
de aquella vieja casa
donde yo solía cantar.
Y me invade la nostalgia,
soy quien anda por andar;
trajinando los caminos
sin un parche que golpear.
Letra: Fernando Asúa
Música: Daniel Oviedo
va mi copla en soledad;
sin un bombo que le marque
el latido a su andar.
Eran alas de mi alma,
el tun-tun de su vibrar;
y hoy bajo un extraño cielo
soy urpila sin volar.
Y de chango me recuerdo
dos palos para golpear,
en el patio de mi mama
chacareras nada más.
Chacarera, chacarera,
sos de mi llanto la sal,
por el ausente legüero
no hay razón para cantar.
Desde mi patio al monte
se oía el retumbar,
de mis churas chacareras
por mi pago y por su paz.
Hoy la vida y el camino
me alejaron sin piedad,
de aquella vieja casa
donde yo solía cantar.
Y me invade la nostalgia,
soy quien anda por andar;
trajinando los caminos
sin un parche que golpear.
Letra: Fernando Asúa
Música: Daniel Oviedo
Vidaleando ausencias
Es la vidala sachera
refugio de mi dolor,
cuando se ausenta el cariño
y solo está el corazón.
Ella recuerda mi pago,
siesta, sol, polvaredal,
vidalita jumialera,
te canto pa’ no llorar.
Tuve un amor, tengo querer;
mi corazón como el viento es,
cambia sin rumbo ni horario,
canta y no sabe perder…
No sabe perder…no sabe perder…
Esta vidala sachera,
llena mi rancho de sol,
cuando en las noches sin luna
solo estoy con mi dolor.
No tengo bombo ni caja,
pobre entre pobres yo soy,
sólo tengo la vidala,
y este, mi afán de cantor.
Letra: Fernando Asúa
Música: Daniel Oviedo
refugio de mi dolor,
cuando se ausenta el cariño
y solo está el corazón.
Ella recuerda mi pago,
siesta, sol, polvaredal,
vidalita jumialera,
te canto pa’ no llorar.
Tuve un amor, tengo querer;
mi corazón como el viento es,
cambia sin rumbo ni horario,
canta y no sabe perder…
No sabe perder…no sabe perder…
Esta vidala sachera,
llena mi rancho de sol,
cuando en las noches sin luna
solo estoy con mi dolor.
No tengo bombo ni caja,
pobre entre pobres yo soy,
sólo tengo la vidala,
y este, mi afán de cantor.
Letra: Fernando Asúa
Música: Daniel Oviedo
Alma sachera
Ave soy de largo vuelo, pura pasión por mi raza,
si me secuestra una pena me rescata alguna zamba,
y el cielo me fía una estrella para templar la guitarra.
Agua, tierra, viento y fuego, mis hermanos naturales,
antigua laya cantora, alba de casero y mate;
amores que en las vidalas y en las chacareras laten.
Milagrosas madrugadas de corazones paganos,
sin dioses que brillen frío en horizontes lejanos;
si le he dado a Tata Yaya varios rosarios cantados.
Quisiera volver al monte con mi sombra y mi guitarra,
allá me están esperando el cielo, el río, mi casa;
y entreverada en las tuscas mi alma de copla y sacha.
Infancia que hasta mi vuelve en un vagón de recuerdos,
travesuras de rubiala, un patio donde los sueños
traían aquel progreso que nunca llegó a mi pueblo.
Corazón lleno de espinas, legüero enamorado,
que vive soñando el beso que nunca le fue entregado;
y canta con su esperanza en un gemir vidaleado.
Sentires de medianoche, de rima y sangre mezcladas,
por culpa de un remolino, malos pasos, mala danza;
mi voz con su verso agreste, anda sin medir distancias.
Letra: Fernando Asúa
Música: Daniel Oviedo
si me secuestra una pena me rescata alguna zamba,
y el cielo me fía una estrella para templar la guitarra.
Agua, tierra, viento y fuego, mis hermanos naturales,
antigua laya cantora, alba de casero y mate;
amores que en las vidalas y en las chacareras laten.
Milagrosas madrugadas de corazones paganos,
sin dioses que brillen frío en horizontes lejanos;
si le he dado a Tata Yaya varios rosarios cantados.
Quisiera volver al monte con mi sombra y mi guitarra,
allá me están esperando el cielo, el río, mi casa;
y entreverada en las tuscas mi alma de copla y sacha.
Infancia que hasta mi vuelve en un vagón de recuerdos,
travesuras de rubiala, un patio donde los sueños
traían aquel progreso que nunca llegó a mi pueblo.
Corazón lleno de espinas, legüero enamorado,
que vive soñando el beso que nunca le fue entregado;
y canta con su esperanza en un gemir vidaleado.
Sentires de medianoche, de rima y sangre mezcladas,
por culpa de un remolino, malos pasos, mala danza;
mi voz con su verso agreste, anda sin medir distancias.
Letra: Fernando Asúa
Música: Daniel Oviedo
Iguaneando
Por las calles de aquel barrio
me voy juntando recuerdos,
para encontrarme changuito
deshilachando silencios.
Como el cogollo a la siesta,
aturdidor del verano,
trepado al viejo algarrobo
anda mi tiempo descalzo.
La chispa de la inocencia
ardió un baldío jugando,
la cara de algún vecino
está que la lleva el diablo.
De sol se me llena el alma,
porque hoy yo vuelvo cantando,
a andar como de changuito,
toda la siesta iguaneando.
Con barriletes de diario,
fútbol, payana, etiquetas;
hondeando latas vacías,
por ahí vendiendo botellas.
La Molienda, La Florida,
de La Estación a la plaza,
de los dormidos vagones
nos espantaba la guardia.
Pedaleando hacia el arroyo,
quema la piel un verano,
como se quema la vida
entre la risa y el llanto.
Letra y Música: Daniel Oviedo
me voy juntando recuerdos,
para encontrarme changuito
deshilachando silencios.
Como el cogollo a la siesta,
aturdidor del verano,
trepado al viejo algarrobo
anda mi tiempo descalzo.
La chispa de la inocencia
ardió un baldío jugando,
la cara de algún vecino
está que la lleva el diablo.
De sol se me llena el alma,
porque hoy yo vuelvo cantando,
a andar como de changuito,
toda la siesta iguaneando.
Con barriletes de diario,
fútbol, payana, etiquetas;
hondeando latas vacías,
por ahí vendiendo botellas.
La Molienda, La Florida,
de La Estación a la plaza,
de los dormidos vagones
nos espantaba la guardia.
Pedaleando hacia el arroyo,
quema la piel un verano,
como se quema la vida
entre la risa y el llanto.
Letra y Música: Daniel Oviedo
Sólo un amigo
Cuando te vence la pena y si ya todos han partido,
cuando la vida y la muerte te significan lo mismo;
sólo un amigo llega buscando el infinito.
Cuando el sol te nace negro y amanecés aturdido,
y es el rincón de una mesa, tu inevitable destino;
sólo un amigo llega a endulzarnos el vino.
Y por ocultar tristezas, lágrimas no han caído,
pero están esperando a que las seque un cariño;
sólo un amigo llega a cobijarnos del frío.
Un amigo es quien llega cuando todos han partido,
a cobijarnos del frío, a endulzarnos el vino;
y se vuelve uno mismo, buscando el infinito.
Cuando la dura pobreza, la sordera ha parido,
y en pala la miseria levanta penas sin gritos;
sólo un amigo llega a cambiarnos el sonido.
Tus manos esperan otras para que sean su nido,
para no sentirse solo y con el pecho hundido;
sólo un amigo llega para volverse uno mismo.
Cuando se cierran las puertas, se oscurecen los caminos,
y se cae en telarañas que uno mismo ha tejido;
sólo un amigo llega a cortar los malos hilos.
Letra: Fernando Asúa
Música: Daniel Oviedo
cuando la vida y la muerte te significan lo mismo;
sólo un amigo llega buscando el infinito.
Cuando el sol te nace negro y amanecés aturdido,
y es el rincón de una mesa, tu inevitable destino;
sólo un amigo llega a endulzarnos el vino.
Y por ocultar tristezas, lágrimas no han caído,
pero están esperando a que las seque un cariño;
sólo un amigo llega a cobijarnos del frío.
Un amigo es quien llega cuando todos han partido,
a cobijarnos del frío, a endulzarnos el vino;
y se vuelve uno mismo, buscando el infinito.
Cuando la dura pobreza, la sordera ha parido,
y en pala la miseria levanta penas sin gritos;
sólo un amigo llega a cambiarnos el sonido.
Tus manos esperan otras para que sean su nido,
para no sentirse solo y con el pecho hundido;
sólo un amigo llega para volverse uno mismo.
Cuando se cierran las puertas, se oscurecen los caminos,
y se cae en telarañas que uno mismo ha tejido;
sólo un amigo llega a cortar los malos hilos.
Letra: Fernando Asúa
Música: Daniel Oviedo
Trampero
Con el “llamador” cautivo
en tu estómago de alambres,
inmutable estás, trampero, en el matorral,
hambriento animal, furtivo, sin sangre.
Con diez semillas de engaño
mezquinas como tu dueño,
nunca apresarás del pájaro su cantar;
tan solo caerá en tu boca su cuerpo.
Sin abrigo ni alimento
murió el frágil pichoncito,
cuánta soledad, sin jaula y sin libertad;
fue cuna y lecho de muerte su nido.
Cuando un páramo infinito
sea tu cielo, trampero,
te devorará tu propio hambre de orfandad;
muerto en vida, sin sepulcro ni rezos.
Qué humana y cobarde envidia
te ha parido, trampero,
buscando aliviar su indigencia espiritual;
que hace del canto silvestre un lamento.
Letra y Música: Daniel Oviedo
en tu estómago de alambres,
inmutable estás, trampero, en el matorral,
hambriento animal, furtivo, sin sangre.
Con diez semillas de engaño
mezquinas como tu dueño,
nunca apresarás del pájaro su cantar;
tan solo caerá en tu boca su cuerpo.
Sin abrigo ni alimento
murió el frágil pichoncito,
cuánta soledad, sin jaula y sin libertad;
fue cuna y lecho de muerte su nido.
Cuando un páramo infinito
sea tu cielo, trampero,
te devorará tu propio hambre de orfandad;
muerto en vida, sin sepulcro ni rezos.
Qué humana y cobarde envidia
te ha parido, trampero,
buscando aliviar su indigencia espiritual;
que hace del canto silvestre un lamento.
Letra y Música: Daniel Oviedo
Luna villera
Cuando alumbra la luna,
techos y lagunas, yo suelo soñar,
que desde el cielo nos caen
las alas de un ángel, para soportar
lejos de leyes que ordenan;
juzgan y condenan nuestra realidad.
Entre mi villa y la luna,
hay pactos secretos de zinc y de cal,
para alumbrar las tristezas
que chapas adentro se quieren quedar,
para blanquear las historias
que adobe hacia fuera, nadie contará.
El día que yo me muera,
junto con la luna volveré a cantar,
del Horno al Matadero,
desde el arroyo al basural,
para que a mi gente querida
ya nunca la tape la oscuridad.
Aunque es pobre mi luna,
nos regala el oro que el sol le prestó,
para que nuestro voto valga
un poco más caro que un triste bolsón,
así nuestros sueños tengan
el brillo del progreso que nunca llegó.
En un terruño lejano,
sueño que mi luna me viene a buscar,
he cometido el delito,
de nacer villero, pobre y sin hogar;
ay! mi lunita villera ,
dame tu brillo, quiero llorar.
Letra y Música: Fernando Asúa
techos y lagunas, yo suelo soñar,
que desde el cielo nos caen
las alas de un ángel, para soportar
lejos de leyes que ordenan;
juzgan y condenan nuestra realidad.
Entre mi villa y la luna,
hay pactos secretos de zinc y de cal,
para alumbrar las tristezas
que chapas adentro se quieren quedar,
para blanquear las historias
que adobe hacia fuera, nadie contará.
El día que yo me muera,
junto con la luna volveré a cantar,
del Horno al Matadero,
desde el arroyo al basural,
para que a mi gente querida
ya nunca la tape la oscuridad.
Aunque es pobre mi luna,
nos regala el oro que el sol le prestó,
para que nuestro voto valga
un poco más caro que un triste bolsón,
así nuestros sueños tengan
el brillo del progreso que nunca llegó.
En un terruño lejano,
sueño que mi luna me viene a buscar,
he cometido el delito,
de nacer villero, pobre y sin hogar;
ay! mi lunita villera ,
dame tu brillo, quiero llorar.
Letra y Música: Fernando Asúa
Contrafábula
No pretenda que doblegue mi camino al hormiguero,
si me sobra, no le importa, busque su propio alimento;
yo sabré comer el mío, bien ganado con esfuerzo,
y si usted cantó en verano, entonces, baile en invierno.
Sé que no podrá saldarme con creces lo que ha pedido,
si no tiene más que el canto, y con él nada ha conseguido.
Yo, en el reino, soy ejemplo del trabajo sin descanso,
por las arcas de la corte, sus princesas y soldados.
El cantar es rebeldía y su rebeldía es pereza,
yo obtendré, a mi sacrificio, la venia de la nobleza.
Siendo fiel a sus mandatos, quizás tenga el privilegio
que me invite una princesa a alimentarla en su lecho.
Quien habite en el reinado, y si a mi reina no ha servido,
o se da por exiliado, o muere de hambre excluído.
Me concierne confesarle que el pedido fue pretexto,
por medir lo absurdo y ciego del servilismo en su extremo;
usted se pasa la vida cargando alimento ajeno,
y no entiende más camino que del yugo al agujero.
Cuando usted halle la muerte bajo el gigante zapato,
pisarán las que le siguen su cuerpecito aplastado.
Ni su reina, ni la corte, sabrán echarle de menos,
si hacen fila tras su puerta, cientos, miles de plebeyos.
La codicia de su reino, de un jardín hace un desierto,
yo, aunque soportase el frío, igual, de hambre habría muerto.
Ya he sudado largo tiempo bajo tierra trabajando,
ella ayer me dio alimento y hoy le agradezco cantando.
Vuelvo al polvo sonriendo, pues, supe en vida reírme,
canto a la hora de mi muerte, porque muero siendo libre.
Letra y Música: Daniel Oviedo
si me sobra, no le importa, busque su propio alimento;
yo sabré comer el mío, bien ganado con esfuerzo,
y si usted cantó en verano, entonces, baile en invierno.
Sé que no podrá saldarme con creces lo que ha pedido,
si no tiene más que el canto, y con él nada ha conseguido.
Yo, en el reino, soy ejemplo del trabajo sin descanso,
por las arcas de la corte, sus princesas y soldados.
El cantar es rebeldía y su rebeldía es pereza,
yo obtendré, a mi sacrificio, la venia de la nobleza.
Siendo fiel a sus mandatos, quizás tenga el privilegio
que me invite una princesa a alimentarla en su lecho.
Quien habite en el reinado, y si a mi reina no ha servido,
o se da por exiliado, o muere de hambre excluído.
Me concierne confesarle que el pedido fue pretexto,
por medir lo absurdo y ciego del servilismo en su extremo;
usted se pasa la vida cargando alimento ajeno,
y no entiende más camino que del yugo al agujero.
Cuando usted halle la muerte bajo el gigante zapato,
pisarán las que le siguen su cuerpecito aplastado.
Ni su reina, ni la corte, sabrán echarle de menos,
si hacen fila tras su puerta, cientos, miles de plebeyos.
La codicia de su reino, de un jardín hace un desierto,
yo, aunque soportase el frío, igual, de hambre habría muerto.
Ya he sudado largo tiempo bajo tierra trabajando,
ella ayer me dio alimento y hoy le agradezco cantando.
Vuelvo al polvo sonriendo, pues, supe en vida reírme,
canto a la hora de mi muerte, porque muero siendo libre.
Letra y Música: Daniel Oviedo
Duende salamanquero
Soy duende, chala y quirquincha,
mate y noche guitarrera;
amor que lloro en la zamba,
lo olvido en la chacarera.
Soy duende y soy cachilo
para volar en el llanto;
soy la pena que se baila
y el dolor que se hace canto.
Soy duende que no se duerme
mirando la luna llena,
porque hay otro cielo abajo
donde no brillan estrellas.
Soy duende salamanquero
fiel a mi claro designio,
de cantar dichas y penas
tejiendo coplas y vinos.
Soy duende pintor de versos
de amor, de bronca y paisajes;
canto al color de mi pueblo
para mitigar sus males.
Soy duende de trino simple
o grito del alma mula,
centinela de los montes
donde aún la vida perdura.
Soy duende y caja golpeando
la sangre de mis paisanos;
un lamento hecho vidala,
profunda raíz de mi pago.
Suspiros de salamanca,
brasas de un grito legüero;
queman mi alma de guitarra,
soy duende salamanquero.
Letra: Fernando Asúa
Música: Daniel Oviedo
mate y noche guitarrera;
amor que lloro en la zamba,
lo olvido en la chacarera.
Soy duende y soy cachilo
para volar en el llanto;
soy la pena que se baila
y el dolor que se hace canto.
Soy duende que no se duerme
mirando la luna llena,
porque hay otro cielo abajo
donde no brillan estrellas.
Soy duende salamanquero
fiel a mi claro designio,
de cantar dichas y penas
tejiendo coplas y vinos.
Soy duende pintor de versos
de amor, de bronca y paisajes;
canto al color de mi pueblo
para mitigar sus males.
Soy duende de trino simple
o grito del alma mula,
centinela de los montes
donde aún la vida perdura.
Soy duende y caja golpeando
la sangre de mis paisanos;
un lamento hecho vidala,
profunda raíz de mi pago.
Suspiros de salamanca,
brasas de un grito legüero;
queman mi alma de guitarra,
soy duende salamanquero.
Letra: Fernando Asúa
Música: Daniel Oviedo
domingo, 21 de marzo de 2010
Coplas de la Libertad
Conozco la perfección, pero de muy raro modo;
buscando no decir nada, poder expresarlo todo.
Arbolito, ay arbolito, con el rocío no llores,
está presa tu raíz, pero tus ramas dan flores.
Libertad, yo te libero, haces que mi canto vibre,
porque no puedo ser libre, ni tampoco prisionero.
¡Ay de mi…!
Vivía cerca de un río, pero estoy muerto de sed,
el río enseña a marcharse, pero no enseña a beber.
Vi mi juventud lejana, tan cerca la muerte vi,
que de pronto tuve ganas de vestir luto por mi.
Libertad, yo te libero, haces que mi canto vibre,
porque no puedo ser libre, ni tampoco prisionero.
¡Ay de mi…!
Yo, reniego y desconfío del agua dulce del mar,
y de cada verso mío que me nació sin llorar.
Escuchas risas y aplausos, provocas una emoción,
tu canción está hecha trizas, pero aún es tu canción.
Libertad, yo te libero, haces que mi canto vibre,
porque no puedo ser libre, ni tampoco prisionero.
¡Ay de mi…!
Esto lo practica Dios y algunas veces el mal,
lo bueno de tener voz, no es hablar, si no callar.
Qué canción mala no es buena, cuando cumple su destino,
perfeccionar una pena o señalar un camino.
Libertad, yo te libero, haces que mi canto vibre,
porque no puedo ser libre, ni tampoco prisionero.
¡Ay de mi…!
Quién recuerda como yo, las fosas que abrió la guerra,
que están cubiertas de tierra y que la guerra existió.
Los dueños de la soberbia, tenían siempre razón,
el no equivocarse nunca, era su equivocación.
Libertad, yo te libero, haces que mi canto vibre,
porque no puedo ser libre, ni tampoco prisionero.
¡Ay de mi…!
Jorge Marziali
buscando no decir nada, poder expresarlo todo.
Arbolito, ay arbolito, con el rocío no llores,
está presa tu raíz, pero tus ramas dan flores.
Libertad, yo te libero, haces que mi canto vibre,
porque no puedo ser libre, ni tampoco prisionero.
¡Ay de mi…!
Vivía cerca de un río, pero estoy muerto de sed,
el río enseña a marcharse, pero no enseña a beber.
Vi mi juventud lejana, tan cerca la muerte vi,
que de pronto tuve ganas de vestir luto por mi.
Libertad, yo te libero, haces que mi canto vibre,
porque no puedo ser libre, ni tampoco prisionero.
¡Ay de mi…!
Yo, reniego y desconfío del agua dulce del mar,
y de cada verso mío que me nació sin llorar.
Escuchas risas y aplausos, provocas una emoción,
tu canción está hecha trizas, pero aún es tu canción.
Libertad, yo te libero, haces que mi canto vibre,
porque no puedo ser libre, ni tampoco prisionero.
¡Ay de mi…!
Esto lo practica Dios y algunas veces el mal,
lo bueno de tener voz, no es hablar, si no callar.
Qué canción mala no es buena, cuando cumple su destino,
perfeccionar una pena o señalar un camino.
Libertad, yo te libero, haces que mi canto vibre,
porque no puedo ser libre, ni tampoco prisionero.
¡Ay de mi…!
Quién recuerda como yo, las fosas que abrió la guerra,
que están cubiertas de tierra y que la guerra existió.
Los dueños de la soberbia, tenían siempre razón,
el no equivocarse nunca, era su equivocación.
Libertad, yo te libero, haces que mi canto vibre,
porque no puedo ser libre, ni tampoco prisionero.
¡Ay de mi…!
Jorge Marziali
Comentario
"Cuando advierta que para producir
necesita obtener la autorización
de quienes no producen nada;
cuando compruebe que el dinero
fluye hacia quienes trafican, no bienes,
sino favores; cuando perciba que muchos
se hacen ricos por el soborno
y por influencias, más que por el trabajo,
y que las leyes no lo protegen contra ellos,
sino, por el contrario,
son ellos los que están protegidos contra usted;
cuando repare que la corrupción
es recompensada y la honradez
se convierte en un autosacrificio,
entonces podrá afirmar,
sin temor a equivocarse,
que su sociedad esta condenada..."
AYN RAND
(San Petesburgo, Rusia, 02/02/1905-Nueva York, EE.UU. 06/04/1982, Filósofa y escritora estadounidense de origen ruso)
necesita obtener la autorización
de quienes no producen nada;
cuando compruebe que el dinero
fluye hacia quienes trafican, no bienes,
sino favores; cuando perciba que muchos
se hacen ricos por el soborno
y por influencias, más que por el trabajo,
y que las leyes no lo protegen contra ellos,
sino, por el contrario,
son ellos los que están protegidos contra usted;
cuando repare que la corrupción
es recompensada y la honradez
se convierte en un autosacrificio,
entonces podrá afirmar,
sin temor a equivocarse,
que su sociedad esta condenada..."
AYN RAND
(San Petesburgo, Rusia, 02/02/1905-Nueva York, EE.UU. 06/04/1982, Filósofa y escritora estadounidense de origen ruso)
Villa Oviedo Salamanca
Camino del Puente Verde, voy llegando al barrio macho;
yo rasgueando mi guitarra, las ánimas van silbando,
murmullos de sentimientos, corazón verdes y blancos.
Si habrá caminado el diablo por las calles de mi barrio,
la muerte estuvo alquilando cerquita del dispensario;
en noches de primavera su guadaña fue afilando.
Entre Liniers y Cervantes, con un fierro traicionero,
cortan la vida de un pibe, que hoy nos mira desde el cielo;
esquina de vida y muerte que siempre estarás de duelo.
Un gallo afina el garguero con un tinto e’ damajuana,
un duende sentado al bombo, cajoneando con el alma;
meta cantar chacareras hasta que las velas no ardan.
Los perros salen al cruce, algunos te miran fiero,
buscando un sol en la noche, ladrando bajo el lucero;
con una guitarra y Flores, Milonga del Matadero.
La sirena desde El Cerro no quiere anunciar el alba,
ay, solcito demorate, que está tan linda la farra;
que cuando asomes tu cresta se apaga la salamanca.
Barrio que viste mi infancia, apedreando los recuerdos,
santuario de mi guitarra, socavón serenatero,
Villa Oviedo salamanca…mi chacarera es un ruego.
Letra y Música: Ariel Torres
yo rasgueando mi guitarra, las ánimas van silbando,
murmullos de sentimientos, corazón verdes y blancos.
Si habrá caminado el diablo por las calles de mi barrio,
la muerte estuvo alquilando cerquita del dispensario;
en noches de primavera su guadaña fue afilando.
Entre Liniers y Cervantes, con un fierro traicionero,
cortan la vida de un pibe, que hoy nos mira desde el cielo;
esquina de vida y muerte que siempre estarás de duelo.
Un gallo afina el garguero con un tinto e’ damajuana,
un duende sentado al bombo, cajoneando con el alma;
meta cantar chacareras hasta que las velas no ardan.
Los perros salen al cruce, algunos te miran fiero,
buscando un sol en la noche, ladrando bajo el lucero;
con una guitarra y Flores, Milonga del Matadero.
La sirena desde El Cerro no quiere anunciar el alba,
ay, solcito demorate, que está tan linda la farra;
que cuando asomes tu cresta se apaga la salamanca.
Barrio que viste mi infancia, apedreando los recuerdos,
santuario de mi guitarra, socavón serenatero,
Villa Oviedo salamanca…mi chacarera es un ruego.
Letra y Música: Ariel Torres
Por Banfield y Villa Oviedo
Tantos recuerdos me inflaman de nostalgia el corazón,
y va mi imaginación por esa época tan bella,
Tigre, Unión, River, Alianza; Colón, Palermo y Ferreyra.
Eran largos los caminos para llegar a campeón,
y Banfield y el jugador, siempre buscando esa meta,
por el amor que ponían al vestir su camiseta.
Y con sábados de fiesta y con domingos de gloria,
se me viene a la memoria el año de esos dos grandes,
aquellos dos tucumanos; Sergio y Guillermo Fernández.
Que se descosan los cueros y se perfore la red,
que flameen los colores con idéntica pasión,
herencia de un sentimiento, es verte Banfield campeón.
Buscando el arco del frente, Culín y un botín guerrero,
los contrarios que pasaba se iban sacando el sombrero,
tirando el centro gritaba : Hey tomá, Jetón, hacelo.
Pareciendo una ganzúa, abriendo cualquier defensa,
y detrás del alambrado, la barra descontrolada,
esperando irse a la casa comentando la goleada.
La Leonera quiere fiesta, preparemos las banderas,
y pintemos los paraguas que va a empezar el partido,
que cada vez somos más, ya le ganaste al olvido.
Voy copiando una gambeta que le he visto al Chueco Argüello,
amago entre los centrales y quedo frente al arquero,
peguémosle fuerte, hermano, por Banfield y Villa Oviedo.
Versos de: Alfredo Vélez
Música: Ariel Torres
y va mi imaginación por esa época tan bella,
Tigre, Unión, River, Alianza; Colón, Palermo y Ferreyra.
Eran largos los caminos para llegar a campeón,
y Banfield y el jugador, siempre buscando esa meta,
por el amor que ponían al vestir su camiseta.
Y con sábados de fiesta y con domingos de gloria,
se me viene a la memoria el año de esos dos grandes,
aquellos dos tucumanos; Sergio y Guillermo Fernández.
Que se descosan los cueros y se perfore la red,
que flameen los colores con idéntica pasión,
herencia de un sentimiento, es verte Banfield campeón.
Buscando el arco del frente, Culín y un botín guerrero,
los contrarios que pasaba se iban sacando el sombrero,
tirando el centro gritaba : Hey tomá, Jetón, hacelo.
Pareciendo una ganzúa, abriendo cualquier defensa,
y detrás del alambrado, la barra descontrolada,
esperando irse a la casa comentando la goleada.
La Leonera quiere fiesta, preparemos las banderas,
y pintemos los paraguas que va a empezar el partido,
que cada vez somos más, ya le ganaste al olvido.
Voy copiando una gambeta que le he visto al Chueco Argüello,
amago entre los centrales y quedo frente al arquero,
peguémosle fuerte, hermano, por Banfield y Villa Oviedo.
Versos de: Alfredo Vélez
Música: Ariel Torres
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