sábado, 19 de junio de 2010

Trampero

Con el “llamador” cautivo
en tu estómago de alambres,
inmutable estás, trampero, en el matorral,
hambriento animal, furtivo, sin sangre.

Con diez semillas de engaño
mezquinas como tu dueño,
nunca apresarás del pájaro su cantar;
tan solo caerá en tu boca su cuerpo.


Sin abrigo ni alimento
murió el frágil pichoncito,
cuánta soledad, sin jaula y sin libertad;
fue cuna y lecho de muerte su nido.

Cuando un páramo infinito
sea tu cielo, trampero,
te devorará tu propio hambre de orfandad;
muerto en vida, sin sepulcro ni rezos.

Qué humana y cobarde envidia
te ha parido, trampero,
buscando aliviar su indigencia espiritual;
que hace del canto silvestre un lamento.

Letra y Música: Daniel Oviedo

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