sábado, 19 de junio de 2010

Contrafábula

No pretenda que doblegue mi camino al hormiguero,
si me sobra, no le importa, busque su propio alimento;
yo sabré comer el mío, bien ganado con esfuerzo,
y si usted cantó en verano, entonces, baile en invierno.

Sé que no podrá saldarme con creces lo que ha pedido,
si no tiene más que el canto, y con él nada ha conseguido.

Yo, en el reino, soy ejemplo del trabajo sin descanso,
por las arcas de la corte, sus princesas y soldados.

El cantar es rebeldía y su rebeldía es pereza,
yo obtendré, a mi sacrificio, la venia de la nobleza.

Siendo fiel a sus mandatos, quizás tenga el privilegio
que me invite una princesa a alimentarla en su lecho.

Quien habite en el reinado, y si a mi reina no ha servido,
o se da por exiliado, o muere de hambre excluído.


Me concierne confesarle que el pedido fue pretexto,
por medir lo absurdo y ciego del servilismo en su extremo;
usted se pasa la vida cargando alimento ajeno,
y no entiende más camino que del yugo al agujero.

Cuando usted halle la muerte bajo el gigante zapato,
pisarán las que le siguen su cuerpecito aplastado.

Ni su reina, ni la corte, sabrán echarle de menos,
si hacen fila tras su puerta, cientos, miles de plebeyos.

La codicia de su reino, de un jardín hace un desierto,
yo, aunque soportase el frío, igual, de hambre habría muerto.

Ya he sudado largo tiempo bajo tierra trabajando,
ella ayer me dio alimento y hoy le agradezco cantando.

Vuelvo al polvo sonriendo, pues, supe en vida reírme,
canto a la hora de mi muerte, porque muero siendo libre.

Letra y Música: Daniel Oviedo

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